La gran familia de los rallies
Antes de salir el pasado viernes día 20 en dirección a Zaragoza, ya tenía pensado escribir algo para dar un toque más personal de cómo vivimos los rallies. Comentar mi visión personal de unos y otros, y de la organización, algo que en el nacional de tierra suele dar mucho de que hablar en esos corritos que formamos antes de los podios, y luego en las conversaciones que tenemos unos y otros para intercambiar opiniones. De hecho, llevo toda la temporada con ganas de hacer algo así, pero por una cosa o por otra, nunca he llegado a hacerlo, pero esta vez, tengo que dar las gracias a mucha gente, y creo que esta es la mejor manera.
Todo empezaba como cualquier otro rallye. Me juntaba con Miguel Ángel, mi padre, y compañero infatigable en estas batallas, a la par que cámara de TV Motor, y salíamos en dirección a Zaragoza, donde nos encontraríamos con José y Corsino, nuestros habituales compañeros en la tierra, a falta de Daniel, que este año ha decidido que está algo mayor, y evita todos los viajes posibles. Después de comer, ya todos juntos, salíamos hacia Motorland, donde tendríamos que recoger las acreditaciones, y nos disponíamos a disfrutar de la etapa prologo de la Baja, ya que poco más veríamos de estas bestias de los raids. Vimos menos espectáculo del deseado, aunque ver pasar a Peterhansel, Schlesser, y los camiones, bien valía el desplazamiento. La cena ya anunciaba que no íbamos a tener un buen fin de semana. Bueno, mejor dicho que yo no iba a tenerlo, puesto que al girarme para dejar un refresco en la barra, de alguna forma pisaba la mesa que estaba coja, y mi bocadillo se iba al suelo. Por suerte, la gente del bar donde estábamos cenando (lo siento pero ahora mismo no recuerdo el nombre), nos lo reponían sin coste, y podía cenar sin pagar dos veces. Tras levantarnos a las 5 de la mañana, y ver el tramo A, venía el acontecimiento que, para mi, iba a marcar el fin de semana. Nos desplazábamos a la asistencia para las fotos de rigor, y grabar algunas tomas, llegando a la par que Xevi Pons. Cargábamos los equipos, y rápidamente nos íbamos al control de entrada donde solo podía tomar la foto que acompaña a estas líneas. Mientras miraba como había quedado la foto en la cámara (esa maldita manía que tenemos los fotografos digitales), intentaba ponerme a andar, pero mi pie izquierdo no encontraba el suelo, y se colaba hasta el muslo en una alcantarilla a la que le habían robado la tapa, con la consiguiente caída. Rápidamente algunos mecánicos que había por allí, y los comisarios del RACE me ayudaban a levantarme, y me preguntaban por mi estado. Parecía estar bien. Un raspón en el codo, un golpe en el parasol de la cámara… pero no, la rodilla comenzaba a dolerme cada vez más. Me dirigía a donde estaba Xevi Pons para preguntarle como iba todo, y sin dejarme hablar él me preguntaba si necesitaba algo, si estaba bien. Ya cojeando me dirigía al coche de Ramón Ferreyros, fastidiado tras su salida de pista, y por el polvo que había tragado tras Pons, me comentaba que no estaba muy contento, pero aún así tenía tiempo de preguntarme que me pasaba, al igual que su copiloto, Diego Vallejo, que algo más calmado que el peruano, escuchaba con detalle como me había caído, ya que ellos aún no habían llegado cuando ocurrió. Poco a poco, la rodilla izquierda se iba hinchando, y ya preocupado me dirigí al coche, donde solemos tener una rodillera, debido a los problemas de Miguel Ángel tras otro percance hace ya unos años en un tramo nocturno del Rallye de Madrid. Me la puse, y me dirigí a la asistencia de Albert Llovera, donde el andorrano me pregunto sobre lo sucedido, y me prestó una crema milagrosa, que me quito la hinchazón, y me calmo bastante el dolor. Cojeando termine mi trabajo explicando a todos lo sucedido, ya que todos me preguntaban al verme así, y me ofrecían su ayuda. Carlos Aldecoa, y su copiloto, Ainhoa Sarasua (aprovecho para desearte una pronta recuperación), Rubén Sastre, y sus mecánicos, Agustín Álvaro y todo su equipo, Carlos Sabater, los mecánicos de RMC, y el propio Roberto Mendez, Surhayen Pernía… en definitiva todo el parque de trabajo. Y también mis compañeros de la prensa Roberto Saavedra, y su hermano Carlos, así como su madre, y David, al que tuve el gusto de conocer al principio de la temporada. Renqueante seguí adelante. Vimos las dos pasadas por el tramo C, y a la vuelta a Zaragoza, tanto los que nos habían visto antes, como muchos compañeros de prensa, y otros componentes de la caravana del rallye se interesaron por mi estado. Íbamos a ir a la farmacia a por algún antiinflamatorio para evitar que la cosa fuese a más, pero Rubén Sastre no me dejaba marchar sin antes darme la misma pomada que usaba el para sus brazos tras haber hecho dos tramos sin dirección asistida. Albert me preguntaba que tal me había ido su pomada, y si quería más. En RMC también me ofrecían atenciones. En definitiva, toda la ayuda que necesitase. Finalmente, fuimos a la farmacia, y a base de antiinflamatorios, cuatro días después de la caída, la rodilla apenas me duele. Ha sido menos grave de lo que esperaba (Sastre incluso decía que pensaba que me había roto algo). Pero, a parte de los agradecimientos personales que ya he transmitido a mucha de la gente que me ayudo cuando me hizo falta, quería dar las gracias a todos por demostrarme que en los rallies, todos somos una gran familia. Todos nos ayudamos en lo que podemos, y es fácil encontrar una mano amiga cuando hace falta. Había vivido el estar preocupado por algún equipo tras escuchar noticias confusas por los radio enlaces. Este fin de semana, de hecho, lo viví tanto con Ainhoa Sarasua como con Ramón Ferreyros y Diego Vallejo. Pero por suerte, nunca había tenido ningún incidente parecido en un rallye, ni había visto como todo el parque de trabajo se ofrecía a echar una mano en un pequeño incidente como el que tuve, y que tuve la suerte de no hacerme ninguna lesión grave. Ya el domingo el dolor fue a menos, y vi que a pesar de que la rodilla y el gemelo estaban algo inflamados, la cosa no era tanto como parecía. Me mediqué tal y como me indicaron en la farmacia, y salimos de nuevo a las 5.30 de la mañana hacia los tramos, donde Corsino y yo pusimos a prueba mi pierna con una caminata de varios kilómetros que pude completar cojeando hasta llegar a una zona que nos pareció interesante, y que nos permitía ver tanto el tramo A como el B, aunque precisamente debido a mi cojera, llegamos un poco justos, y en ambos tramos perdimos a Xevi Pons. De nuevo, al volver a Zaragoza me encontré con todas las asistencias preguntándome sobre como estaba, y si me había dolido mucho la pierna durante el día. Rubén Sastre me confesaba sus temores de la jornada anterior, pero se alegraba de verme de pie, y de vuelta de los tramos. De verdad desde aquí quiero dar las gracias a todos los que os interesasteis por mi estado, y ofrecisteis vuestra mano para ayudarme. Pido disculpas de antemano porque seguro que me he dejado a alguien que no haya nombrado, pero gracias a vosotros, pude seguir adelante todo el fin de semana, en lugar de tener que quedarme en el hotel dolorido, y gracias a vosotros he podido comprobar que el espíritu de los rallies sigue muy vivo, y que la competición está en los tramos, pero fuera de ellos, no solo se trata de prestarnos algunas piezas que “ya me pagarás”, si no que además, hay un lado muy humano que sale a relucir en cuanto cualquiera de los que estamos alrededor de esta gran familia lo necesita.
Firma: César Rodríguez
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