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Regusto amargo del Rallye de Cataluña


Aunque por el titulo de la nota pueda parecerlo, no voy a hablar de las ordenes de equipo (lógicas por otra parte) que obligaron a frenar a Daniel Sordo, voy a hablar de otras cosas que he podido ver desde fuera del rallye, ya que no acudí a verlo, pero que no dejan de resonar, y de chirriarme en los oídos. Cualquiera que me conozca un poco sabe que prefiero los rallies a la antigua usanza, y que veo este deporte como un deporte de resistencia, y no al sprint como se hace últimamente, pero, sobretodo, vivo este deporte con pasión, y con respeto hacia todos los demás.

Y creo que, precisamente estas dos últimas cosas han faltado, y mucho, en esta última edición del rallye de Cataluña. Quizás más el respeto, que otra cosa. Cortar un acceso intermedio a un tramo a siete kilómetros de donde se encuentra el tramo es una falta de respeto a los aficionados. Es muy importante la seguridad en cualquier prueba, pero cortar un acceso intermedio a esa distancia no aporta ninguna seguridad. El público que llegará será el mismo, con el agravante de que llegará cuando el tramo haya comenzado, por lo que supone un mayor peligro que si llegan con el tiempo suficiente, y los comisarios hacen su trabajo controlando que la gente se coloque de forma correcta.

A parte de esto, me parece muy criticable las quejas que he oido de que algunos pseudoaficionados a los rallies se dedicaban a llevarse cosas que no eran suyas, desde pegatinas, hasta cualquier cosa imaginable de los coches de aficionados que se encontraban aparcados.

Ahora vamos a retroceder en el tiempo, y a recordar años anteriores. Vamos a dirigirnos, por ejemplo a mitad de la década de los 90. En aquel entonces, el rallye acababa de dejar las especiales sobre tierra después de que la FIA prohibiese los rallies mixtos. Poco después, la FIA quería centralizar todo en los rallies, y el Cataluña fue uno de los escenarios de los experimentos que la Federación Internacional quiso hacer. Esto puede ser criticable o no según los cambios que se hicieron nos gustasen o no, pero lo que no me parece aceptable es que uno de los miembros más destacados de la organización, Armán Barfull, aparezca ahora en la revista AutoHebdo Sport afirmando que la centralización de los parques de asistencia es el principio del fin de los rallies. Comparto la opinión, por supuesto, pero no comparto que precisamente la organización que se ofreció como conejillo de indias para esta iniciativa sea ahora la que saque la espada y quiera hacerme ver que esto es un error y que ahora hay que cambiarlo. No señores, esto nunca debió ocurrir, y ustedes colaboraron a que esto sea así.

Otra de las perlas de Barfull habla de volver a disputar los rallies entre diario, con pruebas nocturnas, y rallies mixtos, pero es que, una vez más, el Rallye de Cataluña fue uno de los lugares que se ofreció para hacer estos experimentos, e implantarlos.

De la entrevista que aparece en la citada revista, saco dos cosas con las que estoy plenamente de acuerdo con el señor Barfull. Una es que la cobertura televisiva es una asignatura pendiente, y la otra es que hay que cambiar algo en los coches. Todos los cambios que se hicieron prometían una perfecta cobertura televisiva que nunca ha llegado, ni llegará. Tal vez la FIA debería bajar los altos costos de las licencias para emitir las imágenes, y este tema tendría un importante respiro.

El tema de los coches es otro que no logro entender, aunque esto ya poco tiene que ver con el Rallye de Cataluña. Las marcas, como es lógico, piden una reglamentación estable. No es rentable desarrollar un coche para que en muy poco tiempo deje de ser valido para competir por que la reglamentación es diferente. La FIA hace oídos sordos a esto también, y vemos que en la próxima temporada existirá una copa S2000 (burda imitación del IRC), y por si acaso había alguna marca que se pudiese plantear entrar en esta lucha, hablan ya de que para el 2011, los coches tendrán un motor 1.600 turboalimentado.

Creo que la FIA, una vez más, se equivoca. Han hecho un amago de acertar tomando unos coches que si han levantado la expectación del público, y se han ganado la simpatía de las marcas, los Súper 2000. Quizás no son extremadamente espectaculares, pero si mejores que los WRC que parecen ir por railes. Existen coches desarrollados, y Ford ya ha fabricado el suyo que se estrenará próximamente. En cambio Citroen, una marca a la que si no es en el WRC no parece interesarle competir en este momento, tiene un proyecto esperando a que la FIA se decida de cara al 2011 para no “tirar” su dinero en fabricar un S2000 que luego no sirva para el Mundial de Rallies.

Quizás en la FIA deberían mirar a otros campeonatos no organizados por ellos, como el IRC, donde muchas marcas quieren entrar, y muchos rallies también. De hecho, uno de los grandes mitos, el Montecarlo, decidió irse al IRC cuando el Mundial le dio la espalda, y ahora que el Mundial quiere volver, quien le da la espalda es la organización del rallye, que ha preferido el IRC por cobertura, y por organización.

Eso si, no quiero terminar esta nota sin dar una palmada en la espalda a la organización del Rallye de Cataluña, por que han logrado que me arrepienta a medias de no haber ido a su rallye. La general se desarrolló como esperaba, y no ha habido ni media sorpresa. Tal vez no esperaba que Daniel Sordo fuese superior a Sebastien Loeb, pero estaba claro que si eso ocurría, el equipo le mandaría parar. Lo que me ha hecho arrepentirme (repito que solo a medias) ha sido el no poder ver los preciosos clásicos que hubo en la lista de inscritos. Curiosamente, lo que más me gusto del rallye, fue que se podían rememorar viejos tiempos. ¿A nadie le da que pensar?

Por último, lamento decir a la afición catalana que mucho me temo que hemos visto la última edición del rallye en sus tierras, y es que, cuando le preguntan al señor Barfull por la continuidad parece que comienza a subastar el rallye al mejor postor. ¿Quizás harán como Xavi Pons, y se volverán gallegos?

Firma: Asfaltoytierra


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